
Muchos hemos oido hablar de la fase infantil de “los terribles 2 años”, ¿verdad o mito? Nuestra psicóloga de Barcelona Laura Górriz ha realizado para Vogue España un artículo el que nos explica en qué consiste y estrategias para ayudar a superar esta fase tan típica da rabietas que ocurre a aprtir de los 2 años. A continuación os compartimos el artículo ampliado:
¿Eso de los ‘Terribles 2’ es verdad? Si es así en qué consiste esta etapa y a qué es debido este cambio
En la mayoría de casos podemos decir que es verdad, los dos años son un hito en el desarrollo de los niños y es una etapa difícil de atravesar porque se cruzan nuevas habilidades vs. nuevos límites. Por ejemplo, el niño de dos años ahora va a poder correr, saltar y trepar, pero que pueda hacerlo no significa que deba ya que sus padres en algún momento, sobretodo si es peligroso para él, no se lo van a permitir. Cuando uno aprende una nueva habilidad quiere practicarla todo el tiempo y disfruta de conseguir nuevos objetivos, así que si el adulto lo impide es probable que se desencadene una crisis o rabieta. Otro de los factores que afectan en las rabietas es el punto en el que se encuentra el niño en relación al desarrollo del lenguaje, porqué, aunque puede entenderlo casi todo, no va a poder aun expresarse con facilidad para poder comunicar lo que le molesta o necesita.
¿Qué hacemos cuando empiezan las rabietas y cómo podemos evitarlas (si es que se puede)?
Las rabietas son muchas veces inevitables aunque debemos saber que la intensidad de cada una también depende del temperamento de cada niño, no todos los niños tendrán las mismas rabietas. Si nuestro hijo atraviesa por un momento de descontrol emocional y/o físico, los psicólogos infantiles aconsejamos hacer lo siguiente para sacarlo de esa espiral y contener su malestar:
1- Si grita, patalea o se muestra muy disgustado, no debemos hablar más fuerte que él, aunque hablemos flojo puede oírnos igual (aunque nosotros no oigamos nada mas que sus gritos…)
2- Durante el momento de frustración, no debemos hablar demasiado, solo frases cortas como: “sé que esto no te gusta o no quieres hacer esto”, “entiendo que te enfades”, “sé que querías tener esto pero ahora no puede ser..”. Y permitir que muestre ese enfado unos segundos.
3- Si observamos el momento de enfado de nuestro hijo veremos que es algo que aumenta y llega un momento que parece que va bajando (solo levemente). Es ahí donde volvemos a hablar, pero esta vez cambiando el foco de atención y evitando volver a tocar el tema conflictivo. (lo que queremos es sacarle de la espiral negativa). Haremos una pregunta sobre algo que le interese mucho o algo que haya pasado recientemente, por ejemplo: ¡¿te acuerdas de ese perro que hemos visto antes, cómo se llamaba…?! o “Esta tarde vamos a ver a tu prima, querrá hoy jugar a pelota o con la cocinita…?”.
4- Cuando ha salido de la espiral, seguimos comentando el tema que le ha motivado y, pasado un rato, podemos volver a hablar de lo que ha pasado antes y como lo vamos a solucionar.
Si pasan los 2 años y no han surgido esas rabietas o malos comportamientos, ¿significa que nos hemos librado para siempre?
Significa, probablemente, que tenemos un niño que tiene un temperamento menos intenso, que su lenguaje se ha desarrollado antes y puede expresarse mejor, y es posible también que nuestra capacidad para contener sus emociones sea buena y destaquemos por tener mucha paciencia y autocontrol . Así pues, no es fácil “saltarse” la etapa de las rabietas por completo pero estas variables que hemos comentado pueden ayudar a que la intensidad sea mucho más baja y con menor frecuencia.
- Qué estrategias podemos seguir para que estos episodios no se repitan tanto o para que al menos duren poco.
Si hemos observado las rabietas de nuestro hijo podemos prever cuando ocurren situaciones que lo frustran o lo bloquean, y aunque no podamos evitar estas situaciones, podemos desarrollar algún tipo de estrategia para prepararlo (como ir anunciando sutilmente lo que va a suceder o dar más tiempo para procesarlo) o para prepararnos para atravesar este episodio con las estrategias que hemos aprendido: no gritar aunque grite, mostrar que comprendemos su enfado o frustración, captar en qué momento disminuye la intensidad de la rabieta, y cambiar el foco de atención hasta haber modificado su emoción y poder volver a abordar el problema de manera positiva.
Qué podemos hacer para que nuestro hijo entienda mejor qué le pasa y aprenda a gestionar su frutración o enfado, lo que desencadena las rabietas.
Como hemos dicho, las rabietas aparecen por varios factores y crisis en el desarrollo del niño, así que una buena manera de minimizar la intensidad de las rabietas es estimular las características que nos ayudan: comunicación y consciencia de las emociones y autocontrol (del adulto sobretodo). Una buena manera de hacerlo sería poner ejemplos de “cómo nos sentimos y cómo reaccionamos”. Explicamos al niño de dos años, a modo que nos pueda entender, qué pasa cuando nos enfadamos y cómo debemos comunicarnos.
Por ejemplo:
Mamá/Papá: – Cuando te pido que me des la manita por la calle y no quieres, a veces te enfadas mucho y no llegamos al parque, ¿verdad? Lo entiendo, claro, ir libre es genial; Pero haremos una cosa, cuando llegues al parque voy a dejar que vayas tooooodo el rato solito porque ya eres mayor, pero por la calle es mejor ir de la mano para ir más seguros. ¿de acuerdo?
Visualizar un episodio de rabieta y dar una opción diferente de respuesta ayuda al niño a tener estrategias y canalizar su enfado sabiendo que al final el resultado va a ser positivo para los dos.
Laura Górriz- Psicóloga Clínica
Exelente informacion!! Saludos