
Desde el Centro FIA lanzamos una nueva unidad para el tratamiento a adicción y abuso de tecnología y pantallas, dando respuesta a unas casuísticas que nuestros psicólogos encuentran cada vez de forma más frecuente, tanto en edad infantil como en adolescentes.
La Unidad de Adicción y abuso de pantallas está diseñada para acompañar a los niños y niñas que tienen una relación inapropiada con los dispositivos electrónicos y ayudarles a crear dinámicas que les permitan desarrollarse y regularse de una manera sana y adecuada para su edad. Para ello, analizaremos las dinámicas en las que aparecen las pantallas y entenderemos por qué tiene una necesidad mayor de la esperada. Juntos, valoraremos las necesidades y ofreceremos opciones ajustadas para reeducar su relación con la tecnología y por tanto con su entorno. El trabajo en familia será imprescindible para el buen funcionamiento del programa y de la construcción de las nuevas dinámicas.
En la era de la tecnología, como padres de la Generación Táctil, tenemos el deber de enseñar a nuestros hijos la diferencia entre uso y abuso. La dificultad viene de la inmersión cada vez mayor del uso de dispositivos en el horario escolar y el ocio personal.
En nuestra Unidad estamos tratando casos de adicción a Fortnite, adicción a Youtube, o adicción a redes sociales cada vez con más frecuencia… pero además cada vez a niños más pequeños!
No podemos vivir al margen de esta realidad pero no debemos caer en el error de permitir que nuestros hijos tengan buffet libre de tecnología a su disposición, ya que sus cerebros en desarrollo no saben gestionar de manera responsable el uso autolimitado y por tanto fácilmente desarrollan adicción. Esta adicción por el abuso de tecnología que se inicia en edades tempranas puede ocasionar mayor facilidad en el abuso de sustancias u otro tipo de adicciones de inicio en la adolescencia, puesto que la zona en la que se desarrollan las adicciones en el cerebro dispondrá de mayor número de conexiones neuronales y por tanto mayor activación, lo que lleva a la búsqueda de nuevas experiencias adictivas. Para que nos entendamos mejor, en el cerebro hay una zona destinada a la búsqueda de placer, de bienestar y de diversión, si en pleno desarrollo del cerebro le damos como experiencia placentera principal un videojuego o un dispositivo interactivo, esta zona relacionara el placer únicamente con dicha actividad y rechazará el resto.
La tecnología tiene la capacidad de estimularnos activamente y pasivamente, por ejemplo, si jugamos a bolos tradicionalmente, hay una estimulación activa de coger la bola, intentar apuntar, lanzar y esperar tirar tantos bolos como sea posible para motivarnos a seguir jugando y alcanzar la máxima puntuación. Sin embargo, si jugamos a bolos en nuestro dispositivo, tendremos todo lo anterior y además sonidos repetitivos y una gran cantidad de luces que nos hiperestimularán sin darnos cuenta, junto a puntos extra e imágenes añadidas para dar mas emoción, intensidad y profundidad al juego, y de esta manera crear adicción a la sensación de excitación que nos produce. Cuando exponemos a nuestro hijo a varias partidas de bolos en un dispositivo y lo compara con una partida de bolos tradicional, no es de esperar que quiera seguir jugando a través de la pantalla porqué su cerebro ha experimentado más emoción, adrenalina y estimulación pasiva y por tanto más placer y mayor riesgo de adicción.
Otro punto conflictivo del uso de dispositivos en el ocio personal es que siempre están ahí para ser usados. Sin embargo, hay actividades como la que hemos mencionado anteriormente, jugar a bolos, que hay que buscar el día, la hora, reservar sitio, desplazarnos hasta la bolera y esperar nuestro turno, y por tanto la búsqueda del placer inmediato queda aplacada por la espera, y lógicamente vence el “aquí y ahora” de los dispositivos electrónicos.
Como se puede observar, este cerebro hiperestimulado preferirá un juego físicamente pasivo pero intenso a un juego físicamente activo pero más llano, al que deberemos poner nosotros la intensidad y la emoción de manera activa. Lo que este cerebro hiperactivado no sabe es que si escoge el juego físico lo hará jugando y compartiendo la partida con amigos y desarrollando habilidades sociales que causarán placer y bienestar, así como mejorará el autoestima y la seguridad en sí mismo, lo cual tiene un valor incalculable para el desarrollo de la persona. Por este motivo, entre otros, exponer a nuestros hijos a un tiempo elevado de ocio tecnológico produce una reacción en su cerebro que les hace relacionar el placer únicamente con el juego a través de dispositivos y por tanto dejarán de querer jugar de manera tradicional, rechazando todo lo que no sea a través de pantalla y mostrándose ansioso, tenso y angustiado cuando le niegas las pantallas.
¿Cómo saber si tu hijo abusa de la tecnología y puede llegar a generar adicción?
Para poder responder a esta pregunta solo tienes que observar su reacción cuando hay un espacio libre de tiempo en el que no haya programada ninguna actividad. Si pide pantallas (Fortnite, youtube, redes sociales….) como primera opción, si no sabe disfrutar jugando con juguetes, juegos, manualidades o actividades físicas, si no sabe esperar sin estar mirando una pantalla o si sobrereacciona cuando le dices que no puede usar dispositivos, es posible que estés ante un caso de abuso de dispositivos electrónicos. Los niños que abusan de las pantallas son menos pacientes, más reactivos, más agresivos, suelen utilizar expresiones que no son propias de su edad y parece que todo les aburre o que nada es suficiente para satisfacerlos. En este caso, será necesario analizar qué dinámicas tiene tu hijo en las que aparecen dichos dispositivos y tratar de reducir el tiempo, la frecuencia en la exposición y el tipo de juego al que juegue, a la vez que motivarlo a realizar mayor actividad física y social libres de estos objetos tecnológicos. Van a necesitar mucho de la ayuda de sus padres para que durante un tiempo prolongado, las pantallas no aparezcan tal y como lo hacían, y descubran cómo es la vida real, lejos de los sonidos estridentes luces intermitentes y premios constantes.
¿Qué podemos hacer como padres de esta generación?
Lo primero es no ofrecer dispositivos a menores de 2 años. A partir de esta edad, puedes ofrecer a tu hijo un espacio de ocio con dispositivos siempre en tu compañía y evitando que sea interactivo, nunca mayor a 1 hora. Por ejemplo: puede ver la televisión u otro dispositivo con un capítulo o programa corto adecuado para su edad, pero no es aconsejable que maneje el dispositivo porqué ni motriz (se le puede caer y romper con facilidad) ni madurativamente está preparado para ello. Un capitulo de dibujos animados para preescolares SÍ, pero Youtube NO.
A tu hijo de 3-6 años puedes ofrecerle ver programas, capítulos o películas adecuados para su edad y también algún juego educativo interactivo, pero no le dejes sólo con los dispositivos para que maneje libremente cuando quiera cambiar, parar o adelantar lo que está viendo o consumir capítulos uno tras otro puesto que todavía no sabe autolimitarse y lo que ofrecen plataformas como Netflix, entre otros, nunca tiene fin. Por ejemplo: una película, un par de capítulos de una serie recomendada para su edad o 15-20 minutos de juegos educativos SÍ, pero Netflix ilimitado o autogestionado y/o Youtube NO.
Para tu hijo de 7-10 años, internet puede ser algo fascinante donde buscar animales extinguidos, manualidades divertidas, juegos de lógica y estrategia, pero siempre bajo tu supervisión. Uno de los pactos que debes llegar con tu hijo de esta edad es que debe comunicarte qué va a ver o buscar y que te diga cuando vaya cambiando de objetivo o actividad. De esta manera, ambos compartís lo que hace y no navega sin control por la red, lo cual puede llegar a ser peligroso y muy adictivo. A esta edad, Youtube puede ser una plataforma interesante y educativa si supervisas lo que ve. Hay tutoriales muy interesantes sobre muchos temas y videos divertidos, pero a la vez hay mucho material colgado que no es apropiado para esta edad sobretodo sin el acompañamiento de sus padres que le guían y explican lo que no puede entender.
Los videojuegos son otro gran hito a esta edad. Siempre han sido adictivos porqué están hechos para que el cerebro quiera seguir jugando a través de objetivos a resolver y premios a conseguir. No es negativo, de hecho, la dinámica objetivo-esfuerzo-meta/satisfacción es algo que potenciamos desde muchas perspectivas así que un juego que se base en ello no es algo a evitar. Como la mayoría de cosas, lo importante es cuánto tiempo dedican a ello. Los videojuegos no siempre tienen esta dinámica, muchos se basan en violencia y consumismo, por tanto, no hay que jugar cada día, para que no sea la motivación del día, ni hay que jugar más de 1 hora.
Cuando tu hijo tiene alrededor de 12 años, la necesidad de segregar adrenalina y experimentar emociones intensas es muy alta. Por tanto, si le ofrecemos la opción de hacerlo a través de las pantallas la exploración del entorno será capa vez menor. Cantidad de padres nos consultan ya que sus hijos solo se motivan para jugar al fortnite o publicar en redes sociales. Su cerebro estará motivado continuamente a jugar o navegar a través de dispositivos y dejará de desarrollar habilidades de comunicación y concentración (sobretodo en actividades académicas o de ritmos lentos) entre muchas otras. Aunque creas que es ya mayor y puede gestionarse solo, no es así, y sigue necesitando límites, tiempos de consumo acotados y espacio “libres de pantallas” cada día. Es esperable que no salga de tu hijo salir a pasear, pasar el día fuera sin pantallas, jugar a un juego de mesa físico o tener una conversación de sobremesa, sin embargo, es necesario todo lo anterior para un buen desarrollo emocional y de sus habilidades sociales. Motívalo a hacerlo, ofrécele planes alternativos a la tecnología y sé firme en tus límites para que sepa que hay un mundo más allá cuando apaga la pantalla.
Si te ves reflejado en alguna de estas casuísticas, no dudes en reflexionar e intentar cambiar la dinámica de tus hijos con las pantallas y así evitar la adicción a las pantallas. Si no lo consigues, contacta con nosotros y un psicólógo especializado de nuestra Unidad de Adicción a la Tecnología te ayudará a resolverlo.